Tradición del mico y la paloma en el jueves de Corpus Christi

Escrito el 30/05/2024
Pablo Ambrosio


Nuestro país tiene una rica tradición folklórica, y el intercambio de "el mico y la paloma" entre hombres y mujeres durante la celebración del Corpus Christi es parte de nuestra tradición chapina. Aunque esta costumbre ha disminuido, todavía se puede ver en el atrio de la Catedral cada jueves de Corpus.

El periodista Jaime Córdova explica que la tradición consiste en que el caballero ofrece a su amada "la paloma" como muestra de cariño y afecto espiritual, y la dama le ofrece "el mico". Este intercambio simboliza su amor y se convierte en un recuerdo especial hasta que se pierde.

Sin embargo, nuestras abuelitas observan que con el tiempo ha cambiado la confección de los animalitos: "¡Qué barbaridad, antes nuestros enamorados nos regalaban 'palomas' de pura lana y con plumas de ave, pero ahora los hombres les regalan a las patojas 'palomas' de algodón y hasta de plástico! Lo mismo ocurre con los 'micos' hechos de materiales epóxicos".

Desde los primeros días de la colonización, se recuerda al padre Juan Godínez celebrando la misa en las fundaciones de la capital del reino: en Tecpán Guatemala en 1524, en Ciudad Vieja -Almolonga- bajo un árbol de tempisque en 1527, y en el Valle de Panchoy. El historiador Domingo Juarros describió la procesión de Corpus en la época colonial como la "más suntuosa y magnífica de todo el año".

Antiguamente se veían arcos triunfales como los que aún se realizan en Patzún, Chimaltenango y otras localidades del país. Además, persisten las ventas de dulces típicos y comidas tradicionales.

A principios del siglo XX, se eliminaron de la procesión las representaciones del ayuntamiento y las autoridades civiles y militares. Posteriormente, la fiesta principal se trasladó de la Catedral al domingo siguiente al jueves de Corpus, visitando casas o capillas particulares donde la procesión descansaba en altares.

La fiesta de Corpus Christi se extiende más de un mes, ya que las diferentes parroquias la celebran según su programación, y los distintos barrios se adornan con altares y alfombras, constituyendo una gran muestra de folklore y fe.

En los años cuarenta, el arzobispo de Guatemala, Monseñor Mariano Rossell y Arellano, prohibió que las procesiones del Corpus se realizaran en las calles, limitándolas al interior de los templos. Sin embargo, en 1965, con la muerte de Rossell, la prohibición se levantó y las procesiones volvieron a las calles, adquiriendo un carácter más popular.

El historiador Haroldo Rodas destaca que el Corpus ha experimentado cambios a lo largo de los siglos; algunas tradiciones se han perdido, pero se han incorporado otras. Por ejemplo, la opulencia de la época colonial ha disminuido, pero se han añadido elementos populares como los "micos y las palomas", que son fundamentales en las fiestas de Corpus.

La licenciada Ofelia Columba, en un estudio, afirma que la fiesta de Corpus sigue siendo significativa y desempeñando funciones dentro de las clases populares, no solo en el ámbito religioso, sino también en el económico, social y recreativo.

 

Prensa Libre