El período litúrgico de la Pascua abarca cincuenta días, desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés, con los primeros ocho días conocidos como la Octava de Pascua. El Triduo Pascual, comenzando con la Misa vespertina de la Cena del Señor y culminando en la Vigilia Pascual, representa el pináculo de esta celebración, destacando la Resurrección de Jesucristo y su victoria sobre el pecado y la muerte.
La Iglesia extiende la solemnidad de esta celebración durante toda la semana siguiente, reconociendo la incapacidad de contener la alegría de la Resurrección en un solo día. Esta Octava Pascual se caracteriza por ser una solemnidad similar al Domingo, se entonan cánticos de júbilo y se recomienda adornar las celebraciones con flores. Los evangelios de la semana se centran en las apariciones de Jesús resucitado, mientras que las lecturas de los Hechos de los Apóstoles resaltan el impacto transformador de la Resurrección en los seguidores de Cristo. Las oraciones colectas, prefacios y post-comunión reflejan la rica tradición cristiana y expresan el tono jubiloso de la Iglesia en este tiempo.
La antífona "Este es el día en que actuó el Señor..." se repite durante estos días, recordando la fuente de nuestra alegría en la Resurrección. Como cristianos, se nos insta a vivir esta alegría en nuestra vida diaria, basándonos en la fe en la victoria de Cristo sobre la muerte.