Consagración de Jesús de Candelaria

Escrito el 02/02/2024
Pablo Ambrosio


En torno a la autoría de la imagen de Jesús de Candelaria persiste un debate, a pesar de que, según la tradición, se atribuye al fraile franciscano Juan De Aguirre en 1563.

Según el historiador Aníbal Chajón, esta figura religiosa es un nazareno originario del Valle de la Ermita, es decir, un nazareno capitalino. Sin embargo, este hecho no disminuye su reconocimiento como una imagen barroca.

En 1677, Inocencio XI resolvió las discrepancias entre las procesiones de La Merced y la Candelaria al referirse al desfile del Jueves Santo, que se venía celebrando durante varias décadas.

En 1733, Jesús de Candelaria participó en una procesión de rogativa para implorar el fin de la viruela. Posteriormente, el 19 de febrero de 1784, fue trasladado a la Nueva Guatemala.

En 1820, se reorganizó la procesión del Jueves Santo, y el 3 de febrero de 1917, fray Julián Jacinto y Riveiro lo consagró.

Jesús de Candelaria se destaca por sus rasgos mestizos y unos ojos verdes tallados en madera, con medidas anatómicas imperfectas. Es la única imagen nazarena de la Semana Santa que mira directamente al frente y tiene la cabeza inclinada por el cansancio.

Originalmente creado para la población indígena abundante en el siglo XVI, este nazareno fue diseñado para conmover a los fieles, tanto como imagen de vestir como para ser llevado en andas. A lo largo de los años, el concepto ha evolucionado, compitiendo por andas más largas y exuberantes.

El "Señor Eucarístico del Jueves Santo" de Candelaria destaca por su postura única, que roza la humillación, inspirando a músicos y escritores como el premio Nobel Miguel Ángel Asturias para su famoso poema "A Jesús de Candelaria" y al pianista Manuel Moraga para la marcha "Una lágrima", tema oficial de Jesús de Candelaria desde aproximadamente 1929.

Un detalle peculiar es que durante la guerra mexicana de Los Cristeros (1926-29), la advocación de Cristo Rey fue asignada al nazareno de Candelaria. Bajo el lema "¡Viva Cristo Rey!", muchos sacrificaron sus vidas en este conflicto.

Las andas del Jueves Santo llevan cuatro pelícanos de plata en las esquinas, simbolizando entrega, amor y piedad, siempre aludiendo al misterio eucarístico o a la catequesis como transformación.