San Antonio Abad: no hay que dejarse seducir por las profecías

Escrito el 17/01/2024
Pablo Ambrosio


San Antonio Abad, Figura Eminente en la Iglesia, es Recordado como el Padre del Monasticismo en su Fiesta Anual el 17 de enero

San Antonio Abad, reconocido por su significativa influencia entre los Padres de la Iglesia y por ser el pionero del monasticismo, es venerado en la Iglesia, especialmente durante su festividad anual el 17 de enero. Su destacado papel se debe a su decisión de retirarse al desierto en busca de una vida ascética y de oración, sirviendo como guía y maestro para numerosos discípulos que siguieron sus pasos.

La celebración de San Antonio Abad es particularmente popular, marcada por una arraigada tradición en la que los sacerdotes bendicen a los animales domésticos y de granja en su honor durante el día de San Antón, considerándolo su santo patrón.


 



En la festividad anual de San Antonio Abad, celebrada cada 17 de enero, se destaca su papel como enfrentador de demonios. Su sabiduría sobre si los demonios pueden prever el futuro emerge en un consejo a sus monjes, registrado en la biografía del santo en el libro Vida griega, atribuido al Obispo San Atanasio, reconocido Doctor de la Iglesia.

La Vida griega, considerada históricamente sólida por eruditos, según la Enciclopedia Católica, relata que San Antonio compartió con sus monjes la percepción de que, en ocasiones, los demonios anunciaban la llegada de personas días antes. Explicaba que estos seres malévolos simplemente se adelantaban para comunicar lo que ya habían observado, algo que también podría realizar un ser humano.

San Antonio subrayaba que los demonios carecen de conocimiento previo sobre eventos futuros y solo Dios posee esa omnisciencia. Desmitificaba la supuesta capacidad de los demonios al señalar que, al ver a alguien en movimiento, anticipaban su llegada para inducir la confianza y luego destruir a aquellos que confiaban en ellos.

El santo enfatizaba que los demonios no poseen conocimiento más allá de sí mismos, actuando como ladrones al apoderarse de la información ajena y distorsionarla. Comparaba su práctica con la conjetura más que con la verdadera profecía. Asimismo, argumentaba que profesionales como médicos, pilotos y campesinos podían realizar predicciones basadas en la experiencia y la observación, similar a los demonios.

San Antonio aconsejaba a no asombrarse ni prestar atención a las supuestas predicciones demoníacas, enfatizando que el enfoque debería estar en agradar a Dios mediante una vida virtuosa. Además, exhortaba a mantener la mente pura y centrarse en vivir bien, señalando que si alguna vez llegamos a conocer el futuro, la pureza del alma permitirá una visión más clara, revelada por el Señor.


Uno de los aspectos más distintivos de la vida eremítica de San Antonio Abad, que ha dejado una huella profunda en el arte, fue su férrea resistencia contra las artimañas del demonio. A lo largo de su vida en el desierto, experimentó ataques, halagos y tentaciones intensas por parte de Satanás, pero su inquebrantable fortaleza siempre lo condujo a aferrarse a la fe en Dios. Esta lucha tenaz contra el maligno se convirtió en un tema recurrente en su predicación, destacando la importancia de enfrentar la tentación, la cual consideraba crucial para la salvación.
 

Uno de los aspectos más distintivos de la vida eremítica de San Antonio Abad, que ha dejado una huella profunda en el arte, fue su férrea resistencia contra las artimañas del demonio. A lo largo de su vida en el desierto, experimentó ataques, halagos y tentaciones intensas por parte de Satanás, pero su inquebrantable fortaleza siempre lo condujo a aferrarse a la fe en Dios. Esta lucha tenaz contra el maligno se convirtió en un tema recurrente en su predicación, destacando la importancia de enfrentar la tentación, la cual consideraba crucial para la salvación.

San Antonio Abad relataba cómo el demonio lo sometía a constantes tentaciones, instándolo a abandonar su vida de oración y pobreza. Después de experimentar intensas pruebas, cuestionó a Dios sobre Su presencia durante los ataques del enemigo. La respuesta divina fue que Dios estaba observando la contienda y proporcionándole fuerzas para resistir.

 

El demonio empleó diversas artimañas para tentar a San Antonio, evocando recuerdos de su vida anterior, incluyendo la riqueza, el afecto por su hermana, el amor al dinero y la gloria, así como los placeres mundanos y comodidades. En una ocasión, adoptó la forma de una mujer para seducirlo. En respuesta, el ermitaño se encontró rodeado por imágenes de leones, osos, leopardos, escorpiones, lobos, toros y víboras, cada uno actuando según su naturaleza. Sin embargo, San Antonio, firme en su fe, desafió a estas criaturas, declarando: "Si tenéis poder contra mí, estoy dispuesto a ser devorado, pero si habéis sido enviados por los demonios, marchaos, porque soy siervo de Cristo". Con esta valiente respuesta, logró ahuyentar a las bestias.

Con información de ACI prensa Religión en libertad