Un momento del intercambio de dones en el Capitolio
Colaboración con el gobierno y la administración capitolina
Un gran acontecimiento que es impensable que pueda desarrollarse de forma ordenada y segura sin la «colaboración activa y generosa» de las Autoridades del Municipio capitolino y de las de la nación, dijo el Papa, agradeciendo «calurosamente» también «al Gobierno italiano su plena disponibilidad para colaborar con las Autoridades eclesiásticas para el éxito del Jubileo, confirmando el deseo de cooperación amistosa que caracteriza las relaciones recíprocas entre Italia y la Santa Sede».
Las relaciones se solidificaron con el tiempo, subrayó Francisco, recordando el período de la Unificación de Italia, cuando «se abrió una nueva fase, en la que, después de contrastes e incomprensiones con el nuevo Estado unitario, en el contexto de lo que se llamó la cuestión romana, se llegó hace 95 años al Concordato entre el poder civil y la Santa Sede». Después, el Concordato, cuyo 40° aniversario se cumple este año, que – subrayó el Papa – «reafirmó que el Estado italiano y la Iglesia católica son, cada uno en su orden, independientes y soberanos, comprometiéndose a respetar plenamente este principio en sus relaciones y a cooperar mutuamente para la promoción del hombre y el bien del país».
No relaciones de dinero, sino humanas
Sobre esta colaboración, el Papa, hablando espontáneamente, quiso hacer una aclaración: «La mezquindad puede llevarnos a pensar que las relaciones son de dinero, no, éstas son secundarias, las relaciones son humanas». Palabras acogidas con un aplauso.
Estas relaciones serán aún más evidentes en el año jubilar. Un año que, espera el Papa, puede ser una oportunidad para recuperar el «espíritu universal» de Roma, «al servicio de la caridad, al servicio de la acogida y de la hospitalidad», del que, espera Francisco, pueden ser «verdaderos» testigos los peregrinos, los turistas, los migrantes, los pobres, las personas solas, los enfermos, los presos y los excluidos. «Por esto –añadió espontáneamente Francisco – decidí abrir una Puerta Santa en una cárcel».
“Que puedan testimoniar que la autoridad es plenamente tal cuando se pone al servicio de todos, cuando utiliza su poder legítimo para satisfacer las necesidades de la ciudadanía y, en particular, de los más débiles, los últimos”
Acoger a personas de todo el mundo
«Que Roma siga mostrando su verdadero rostro, un rostro acogedor, hospitalario, generoso, noble», fue el aliento que el Papa ofreció a la administración capitolina. La enorme afluencia de peregrinos, turistas e incluso migrantes, no debe verse «como un agravante, una carga que ralentiza y entorpece el flujo normal de las cosas»; sino que es, por el contrario, una ocasión: cada «problema» de Roma es «el reverso de su grandeza y, de ser un factor de crisis, puede convertirse en una oportunidad de desarrollo: civil, social, económico, cultural».
“El inmenso tesoro de cultura e historia que yace en las colinas de Roma es el honor y la carga de su ciudadanía y sus gobernantes, y espera ser debidamente valorado y respetado”
Renacimiento
Renacimiento fue el mandato del Papa: «No olvidemos que el origen de Roma es un renacimiento entre las ruinas de Troya», subrayó hablando espontáneamente. «Que renazca en todos – añadió – la conciencia del valor de Roma, del símbolo que representa en todos los continentes, y que se confirme, más aún, que crezca la recíproca colaboración activa entre todos los poderes que aquí residen, para una acción coral y constante que la haga aún más digna del papel que el destino, o más bien la Providencia, le ha reservado».
El saludo a las personas que estaban en la plaza
El intercambio de dones concluyó el momento en la Sala Julio César: el alcalde entregó al Papa una medalla de plata en recuerdo de la visita y un documento instituyendo algunas iniciativas sociales; el Santo Padre correspondió con varios dones: para el Ayuntamiento, un mosaico que representa el Arco de Tito; para el alcalde, un tríptico de medallas; para los concejales y asesores, medallas y la Bula del Jubileo Spes non confundit.
Francisco saludó uno a uno a los presentes, y luego se asomó a la Logia del Palacio Senatorial, donde lo esperaba desde hacía horas un grupo de ciudadanos romanos reunidos en la plaza de Miguel Ángel: «Gracias por su acogida», les dijo, «gracias por su trabajo, gracias por lo que hacen por la ciudad». Casi recordando su primera aparición desde la Logia de las Bendiciones hace once años, el Pontífice pidió al pueblo que rezaran «todos juntos» un Ave María.
Descubrimiento de una placa conmemorativa de la visita
Varios momentos marcaron la recta final de la visita del Papa al Capitolio: el descubrimiento de una placa conmemorativa de su visita: «A Su Santidad Francisco, Sucesor de Pedro y Obispo de Roma, promotor del cuidado de la Casa Común y testigo de la fraternidad universal», reza la inscripción. A continuación, la etapa en la Sala Laudato si', inaugurada por el propio Pontífice en el 2019, y el saludo a los empleados capitolinos en la Sala de la Protomoteca. Finalmente, con el telón de fondo de los toques de las trombas de los fieles en Vitorchiano, Francisco se despidió del Capitolio para regresar al Vaticano.
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