En el transcurso de este mediodía de 26 de diciembre el Papa ha evocado la figura de San Esteban y su sacrificio. Al comentar el pasaje de los Hechos de los Apóstoles correspondiente a la lectura del día, desde el balcón pontificio, el Santo Padre ha explicado que San Esteban no dejó de testificar su fe en Jesús, lo cual provocó la ira de sus adversarios, llevándolos a lapidarlo sin piedad ante la presencia de Saulo, un joven que fungía como "garante" de la ejecución.
El Papa ha destacado la escena entre Saulo y Esteban, aparentemente separados por un muro impenetrable debido al fundamentalismo del primero y a las piedras arrojadas al segundo. Sin embargo, más allá de las apariencias, el testimonio de Esteban une a estos dos personajes, preparando en el corazón de Saulo, de manera inadvertida, la conversión que lo convertirá en el gran apóstol Pablo.
En referencia al perdón de Esteban antes de su muerte, el Papa ha subrayado que este acto de sacrificio siembra una semilla que crece de manera oculta en el corazón de su peor adversario.
Al contextualizar la situación actual, el Papa lamenta que, dos mil años después, la persecución contra los cristianos continúa. Señala que aún hay muchos que sufren y mueren por dar testimonio de Jesús, así como aquellos que son penalizados por vivir de acuerdo con el Evangelio. En este sentido, invita a reflexionar sobre si nos interesamos y rezamos por quienes padecen por su fe en diversas partes del mundo, si procuramos dar testimonio del Evangelio con coherencia y confianza, y si creemos que la semilla del bien dará frutos, incluso si no vemos resultados inmediatos.
