Milagroso Jesús de San Felipe, Tez Morena y Sangre Criolla de Nuestro Salvador

Escrito el 16/02/2024
Jason Alejandro Racancoj Ulin

 “No importa si te venero en tu romería, no importa si te llevo en hombros, no importa si te suplico de rodillas en tu santuario, no importa si te rezo a la distancia al ver una fotografía tuya, lo que importa es tu poderosa intercesión y misericordia, mi amado Señor de San Felipe.”




Si las calles de la aldea de San Felipe de Jesús relataran cuantos pasos solemnes han presenciado, si los arboles de la plazuela dijeran la cantidad de devotos que han buscado descanso en sus sombras, si la fuente del mercado expresara de cuantas lágrimas derramadas ha sido testigo y si el mismísimo Santuario nos contara cuantos corazones transformados se han convertido por  la fé y devoción al Milagroso Señor de San Felipe, estaríamos seguros del amor y misericordia que Nuestro Señor Jesucristo le tiene a nuestra bella Guatemala.

     Cuentan las leyendas y tradiciones que Jesús Sepultado, procede de otros lares, dicen algunos que su procedencia es del occidente, otros que, de la costa sur, quizá por Santa Lucia Cotzumalguapa o por Escuintla, saliendo a relucir el nombre de San Juan el Perdido y de sus habitantes que sufrieron el azote de plagas de murciélagos, langostas y epidemia de viruela, por lo cual buscarían refugio en las periferias de la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, quedando estas tradiciones como parte del misticismo del Señor de San Felipe y  su procedencia.

     Al hablar de la historia de la imagen debemos iniciar en los registros del Arzobispado y Cofradías, donde se encuentra documentación que indica la existencia de una bella imagen de un Cristo Crucificado en la Iglesia del Apóstol San Felipe en 1670 y de su cofradía en el año de 1715, con el nombre de la Cofradía del Santo Cristo Crucificado de las Animas, dicha imagen tenía mucha feligresía, específicamente feligresía indígena de una devoción sumamente arraigada.



“Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en un lienzo de lino y lo deposito en un sepulcro nuevo cavado en la roca, donde nadie había sido enterrado aún” Evangelio de San Lucas 23, 53.      

Esa época estuvo marcada por muchos terremotos, cada vez que sucedía uno de los temblores la imagen del Cristo se caía, por estar crucificado en la cruz, comúnmente la imagen se dañaba y debía ser restaurada para colocarla nuevamente en veneración. Pero los temblores eran constantes por lo que en determinado momento deciden ya no crucifícalo, por lo que prefieren modifícale su estructura, a modo de generarle goznes y bajarle los brazos, por lo que realizan un agujero en la parte lateral de la Iglesia y literalmente la bella imagen del Cristo es Sepultada.

     En el año de 1773 en la fiesta de Santa Marta un fuerte terremoto destruyó la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, destruyendo a su paso la antigua Iglesia del Apóstol San Felipe, la ciudad por mandato real es trasladada, sin embargo, el poblado de San Felipe de Jesús por ser pobres no lo pueden hacer y desde entonces la imagen del ahora Cristo Sepultado permanecería enterrado en uno de los muros eclesiales.

     A partir de allí es cuando aparece en los documentos y en historia la imagen de un Sepultado y desaparece la del Cristo, al ya no ser una imagen crucificada, por tradición indígena, por condiciones climáticas o por lo que fuera a la imagen se le empezó a vestir; y por ser una imagen de veneración mayormente indígena se le atavió con trajes indígenas, como manera de demostrar su cercanía con su pueblo, hoy en día ya no es así, aunque vemos en ocasiones ciertos vestigios indígenas. Debido a esta cercanía llegaban los indígenas pidiéndole al Señor Sepultado por sus siembras, familias o trabajos, procediendo de todas las partes de la región, pero principalmente del altiplano guatemalteco.



En este contexto podemos ubicar ya a la Cofradía del Sepultado de San Felipe en el año de 1859, lo cual demuestra el fervor que siempre mantenía la Imagen sin importar bajo que advocación estuviera, esto nos expresa que la Milagrosa Imagen era procesionada, por ello al ser una procesión iniciada por cofradía, era muy pequeña, muy íntima, con una fuerte devoción indígena, que recorría los alrededores de su aldea.
En la segunda mitad del siglo XIX, a consecuencia del avance de la ideología liberal que habría transformado las antiguas cofradías en hermandades o asociaciones, estas últimas, menos ligadas al Estado y a las prácticas religiosas de los tiempos de la colonia como procesiones de sangre, ayunos extremos y otras manifestaciones de penitencia extrema. El Sepulcro sobrio de Jesús pasa a ser un vistoso trono funerario de inspiración barroca y el Señor pasa a lucir vistosas túnicas bordadas en el estilo francés de influencia liberal, aunque no abandona el uso del resplandor de las “Tres Potencias”, de antiguo Cristo de Ánimas, con los cambios de su entorno, iconografía y forma de ataviar, hacen que la imagen del Señor de San Felipe siga enriqueciéndose.

     A principios de los 1900´s ya se genera una asociación que decide realizar una procesión un poco más grande, inicialmente se realizaba por la aldea cuando era realizada por la Cofradía, sin embargo, el recorrido se fue ampliando hasta llegar al final de la carretera, la parte donde se encuentran las clínicas de Panchoy del IGSS y retornando donde está la “subidita del estadio” y regresando al Santuario, poco a poco la procesión se fue ampliando, hasta que llega el punto que se decide que la Santísima Virgen de la Soledad tenga una participación dentro del cortejo procesional del Santo Entierro.

“La Milagrosa imagen y sus dos San Felipe, Jesús Sepultado se encuentra en su Santuario de San Felipe, el cual está dedicado al Apóstol San Felipe, aquel que nuestro Señor llama personalmente como lo apreciamos en el evangelio de San Juan 1,43 y la aldea está dedicada a San Felipe de Jesús, primer mártir mexicano, el cual fue un fraile franciscano martirizado en Japón

     Una de las tradiciones más ricas que suceden entorno a la Milagrosa Imagen del Señor de San Felipe, son las romerías, que fueron establecidas en el año de 1921, la romería consistió en viajar a pie y en horario nocturno de la Ciudad Capital hacia La Antigua Guatemala finalizando en el atrio del Santuario de San Felipe, para posteriormente pasar a venerar a tan Milagrosa Imagen, cuyas puertas del templo permanecían abiertas desde el anochecer del primer viernes de cuaresma hasta el amanecer del día sábado,  hoy en día se tiene una participación no solo de sus fieles devotos procedentes de diferentes puntos de nuestra nación, sino teniendo la participación de fieles devotos que vienen de los diferentes países de Centroamérica y de la República Mexicana.

     



En el año 1923, coincidiendo con las masivas romerías al Señor Sepultado de San Felipe, fue estrenada una joya más con la que cuenta el Señor Sepultado de San Felipe y que le sirve de casa, su templo construido en estilo neogótico con gran esfuerzo de la comunidad local encabezada por el recordado padre Guitart, pero debido a los terremotos de 1976 y los daños provocados a la Iglesia de San Felipe Apóstol, la imagen es trasladada a una galera provisional frente al templo, donde permanecería hasta el año 1984, año en el que nuevamente se reconstruye su Iglesia de San Felipe Apóstol y el cual es consagrado con dignidad de Santuario.

     Con el estreno de la nueva iglesia en los años 20´s se le coloco una urna, teniendo el mismo estilo neogótico del templo, misma que fue elaborada en Francia y es donde permanece el Señor Sepultado a manera de trono sepulcral, presidiendo el altar mayor del Santuario del Apóstol San Felipe.

     En el año 1941 nuevamente se dieron pasos adelante en la expansión al culto del Señor Sepultado de San Felipe ya que por primera vez pasó frente a la Catedral de La Antigua Guatemala lo cual demostraba la gran cantidad de devotos que deseaban llevarlo en hombros, fue en aquel “dorado año” cuando se comenzó a adoptar la marcha fúnebre “Martirio” del maestro Alberto Velásquez como la emblemática de la procesión de Viernes Santo, como era de esperarse en las grandes ocasiones se contó con una partitura transcrita y firmada por el mismo maestro.  

     En aquellos años se sumó otra espléndida joya consistente en su hermoso resplandor de plata que antiguamente era de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que pasó posteriormente a ser la consagrada imagen de Jesús de las Palmas del templo de Capuchinas, esta presea ya no cabía dentro de la iconografía que representaba la imagen y debido a esto fue adquirida por el Señor Lino Araujo, padre de altarero capitalino Ramiro Araujo Arroyo, quien la obsequio al Señor de San Felipe.

  



El jueves 8 de mayo de 1986 en la plena celebración de la Solemnidad de la Ascensión del Señor, fue el marco perfecto para que los vecinos y devotos de la Milagrosa Imagen del Señor Sepultado, presenciaran la histórica y esperada Consagración de tan bella imagen, el cual se encontraba engalanado con una bella túnica en color rojo, con bordados en oro de uvas y hojas de parra, las cuales nos recuerdan la preciosísima sangre de nuestro Señor derramada en la cruz del Calvario.  Al mes siguiente, el 27 de junio a petición de la Curía Eclesiástica, la vicaría de Sacatepéquez es trasladada de San José Catedral al Santuario del Apóstol San Felipe.

     Debido a las situaciones sociales vividas en los años 60´s, 70´s, y 80´s, al crecimiento exponencial del recorrido del cortejo procesional del día Viernes Santo y la falta de cargadoras, en estos años se da uno de los acontecimientos que marcaría no solo a la Hermandad de San Felipe, si no la manera de celebrar un Viernes Santo en La Antigua Guatemala, se decide que la Santísima Virgen de Soledad ya no acompañe el cortejo procesional del Santo Entierro, quedando establecido que saldrá únicamente en el Cortejo del Pésame. Saliendo ocasionalmente en algunos cortejos posteriormente como en el año 2023.

     Uno de los matices únicos entorno al Cortejo del Señor de San Felipe, es el hecho de que la Consagrada Imagen salga en cortejo procesional, sin la compañía de su Santísima Madre, lo cual hoy en día sería una labor titánica debido al tiempo que recorre el Cristo Sepultado, ya que al marcar las tres de la tarde son levantadas las andas iniciando su piadoso recorrido, mismo que visitara Jocotenango y lugares emblemáticos de La Antigua Guatemala, retornando a su aldea cuando los primeros rayos de la aurora nos enmarcan un Sábado Santo más, ya que hacia su ingreso es por la mañana del sábado, cada año extendiéndose cada vez más, por lo que se le considera uno de los recorridos más extensos de toda nuestra Semana Santa.

      La presencia de la Milagrosa y Consagrada Imagen de Jesús Sepultado del Santuario del Apóstol San Felipe, sigue presente en la vida de toda una nación que le ama y le venera, así como lo relato la tradición, a sus devotos de San Juan el Perdido, les tuvo clemencia ante la plaga de murciélagos, langostas y peste de viruela, Jesús Sepultado de San Felipe en su último cortejo procesional previo a la pandemia, nos entregaba su mensaje “No tengas Miedo, solo ten Fé y basta”, donde contemplábamos en el adorno procesional la enfermedad, el ruego de las familias y la muerte, aspectos que como sociedad viviríamos a causa de dicha pandemia, sin embargo, el cierre del adorno se contemplaba la cita “Tu Fé te ha Salvado, vete en Paz”, mensaje con el cual el Señor Sepultado de San Felipe, preparaba a su files devotos para afrontar esta calamidad que como sociedad atravesaríamos.   



Milagroso Jesús Sepultado de San Felipe, Hostia Morena, que has permanecido con todos tus files por varios siglos, continúa acompañando a nuestra bella Guatemala, hasta el fin de los tiempos y derrama tus bendiciones sobre este pueblo que tanto te ama y te venera, Amén.”